Pbro. Camilo Daniel Pérez.
Grandemente me llamó la atención que el próximo Gobierno de Javier Corral haya puesto como primera línea en su política social la “Opción preferencial por los pobres”. En ningún otro gobierno que yo recuerde había visto plasmada esta frase, al menos tan explícitamente, en su plan de gobierno. Esto de entrada cambia totalmente la manera de ejercer el poder político. Me permito reflexionar y compartir con ustedes este asunto.
La opción preferencial por los pobres es voltear a ver a los pobres y marginados por un sistema económico, político y social que, por definición, lleva en sus entrañas la exclusión de los mismos. Esta estructura los llama “daños colaterales” necesarios para que el sistema económico funcione y pueda generar riqueza. De ahí que la opción preferencial por los pobres no consiste en voltear a verlos de cualquier manera, mucho menos como meros objetos de nuestra caridad que, muchas veces, se vuelve humillante para quienes reciben nuestras limosnas. Se trata de colocar a esos “daños colaterales”, a esos que algunos sociólogos no sólo los llaman “explotados”, sino “sobrantes” y “desechables”, en el centro de todo el quehacer político, económico y social.
Esto cambia los paradigmas a los que estamos acostumbrados del devenir económico, político y social; pero antes, o más bien junto con esos cambios, deberá haber un cambio profundo de visión que se hace no sólo con los ojos sino también con el corazón cimbrando las entrañas más profundas de nuestra humanidad porque se trata de pasar de un sistema cruel e inhumano a un sistema de respeto por la dignidad de todo ser humano hasta hacer posible “la revolución de la ternura”, en palabras del Papa Francisco o, dicho con Leonardo Boff, hasta hacer posible la “ternura social”.
He aquí algunas consecuencias (no todas) de asumir como política de Estado la opción preferencial por los pobres:
1ª.- Tener la convicción política de que los pobres pueden ser sujetos de su propio destino y no sólo eso, sino reconocer que ancestralmente han sido forjadores de nuestra Patria. Para ello no caer en la falacia del absolutismo financiero ni en la mera producción economicista. Entre los pobres se da una profunda y rica producción social de autocuidado, de una fuerte raigambre familiar, de cohesión social, de apoyos mutuos, de amor al terruño, de dedicación al trabajo artesanal, de respeto y admiración por la naturaleza, de inclusión social pues no sobran ni los ancianos ni los niños, de resistencia ante las adversidades, de la solidaridad ante el sufrimiento, del sentido de la fiesta y de una gran religiosidad popular que los fortalece… Potenciar todo esto con una decidida inversión pública es visibilizarlo, hacerlo que incida en la política y haga conciencia de que otro mundo es posible.
2ª.- Un enorme reto para el Estadista y la comunidad en general será el rescate de la dignidad del trabajo y del trabajador. Ésta es la “cuestión social” de gran envergadura ya planteada por el Papa León XIII en 1891. La dignidad del trabajo y del trabajador deberá estar por encima del capital mismo. Desafortunadamente el trabajo se ha mal entendido como un “castigo”. La palabra misma procede del latín “tripalium=tres palos” que era una instrumento de tortura; sin embargo, a partir de la revolución industrial comienza a verse al trabajo y al trabajador desde la óptica de los derechos humanos. Por consiguiente, cualquier trabajo humano, por más humilde y sencillo que parezca, más que medirse por las leyes del mercado deberá tenerse como un valor social y humano que construye comunidad, crea cultura y hace la vida más confortable y más humana. De ahí que el artesano, el soldador, el plomero, el bolero, el panadero, el carpintero, la ama de casa, el jardinero, el albañil y su chalán, el empleado, etc; etc. Todos y todas construyen la comunidad social y política. Es más, forjan la Patria económicamente hablando. Basta con darnos cuenta que una de las divisas más importantes que entran a nuestro País son los dólares que envían nuestros connacionales migrantes llegando actualmente a ponerse a la par con las divisas del petróleo y las del turismo.
3ª.- Una política de Estado desde la opción preferencial por los pobres deberá estar abierta para dialogar y ser enriquecida por las ancestrales culturas indígenas reconociendo, ante todo, a los pueblos indios como verdaderas entidades de derecho público. Éste es un gran reto y una deuda social, étnica e histórica de nuestro País.
4ª.- Una política de Estado desde la opción preferencial por los pobres no podrá ser insensible ante los kilómetros y kilómetros de viacrucis injustamente impuestos al pueblo pobre por regímenes autoritarios y apoltronados en sus sillas gestatorias para quienes la Patria no va más allá de su propio vientre. Llorar con los que lloran para consolar es el inicio y el camino para restañar las heridas de nuestro pueblo.
El reto es grande pero mucho más grande es la voluntad, la energía, la creatividad, la imaginación y la nobleza de nuestro pueblo chihuahuense. Por este camino Gobierno y Pueblo nunca estarán solos.
Foto: cortesía